Las discusiones sobre los efectos de la sal en nuestros cuerpos generalmente se enfocan en la salud del corazón. Pero una reciente investigación realizada por científicos del Instituto de Medicina Weill Cornell, en Nueva York, sugiere que una dieta que incluya altos niveles de sal, además de los perjuicios cardiovasculares, también podría afectar nuestros cerebros.
Pero estos efectos no eran, como se ha creído durante mucho tiempo, una consecuencia natural de la presión arterial alta, sino que parecían ser el resultado de señales enviadas desde el intestino al cerebro a través del sistema inmune.
La investigación aporta nueva información sobre un tema de gran interés para los científicos que exploran los vínculos entre lo que comemos y lo bien que pensamos, y el papel mediador que desempeña el sistema inmunitario en esa comunicación.
Los ratones recibieron alimentos que contenían un 4 o 8 por ciento de sal, lo que representa un aumento de 8 a 16 veces la cantidad de sal de una dieta normal de ratones. El nivel más alto fue comparable al alto nivel de consumo de sal en humanos. Después de ocho semanas, los científicos examinaron los ratones usando imágenes de resonancia magnética.
Los investigadores encontraron que la dieta alta en sal provocó una respuesta inmune que aumentó los niveles circulantes de una sustancia inflamatoria llamada interleucina-17 (IL-17) cuyos altos niveles desencadenaron una cascada de respuestas químicas dentro de los delicados revestimientos internos de los vasos sanguíneos del cerebro.
Como consecuencia, el suministro de sangre a dos regiones cruciales para el aprendizaje y la memoria, la corteza y el hipocampo, disminuyó notablemente, deteriorando el rendimiento mental.
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